La Disciplina es la capacidad de hacer lo que dijiste que harías, incluso si no te provoca hacerlo en ese momento.
Lo haces porque sabes que es algo que quieres, que te beneficia en el futuro, y no te provoca en ese momento porque prefieres hacer algo que te parece más placentero o porque sobreestimas el esfuerzo que esa tarea requerirá.
Ser disciplinada es una de las características esenciales de las personas exitosas (las que realmente lo son durante la mayor parte de sus vidas) y de las personas productivas. ¿Quién dijo que una cosa lleva a la otra? OK. Quizás sea yo. 😊
Pero ser disciplinada, aunque es algo que quizás quieras tener, no es algo que necesariamente quieras aplicar en cada momento. Y eso es porque, pese a sus beneficios, nuestro cerebro está programado para hacer el mínimo esfuerzo posible, de manera de asegurar que contamos con la energía necesaria para atacar los verdaderos predadores, para asegurarnos nuestra supervivencia. Es sólo una pequeña parte de nuestro cerebro -la corteza prefrontal- la que será nuestra aliada en el arte de la planificación, en la superación personal y en la disciplina.
Así que te doy unos ejercicios y prácticas para ayudar a esa corteza prefrontal a hacerte una persona súper disciplinada:
- Determina con precisión en qué quieres ser más disciplinada. ¿Quieres ser más disciplinada para ir al gimnasio, para respetar tu dieta, para cumplir tu planificación? Ya verás que cuando empiezas a desarrollar el músculo de la disciplina en un área, verás que este músculo también te ayudará a ser más disciplinada en otras áreas de tu vida.
- Visualízate todas las mañanas siendo disciplinada en esa área en particular. Imagínate colocándote los zapatos de deporte y saliendo al gimnasio, cocinando la comida saludable, realizando exactamente lo que estaba en tu agenda, con la mayor concentración posible.
- Está atenta al diálogo interno que tendrás antes de realizar la actividad en la que quieres aumentar tu disciplina. En ese diálogo, una vocecita te dará todas las “buenas razones” para no hacer eso que antes dijiste que harías. Se trata de las excusas que te impiden lograr lo que quieres, y que en el momento parecen bastante lógicas. Simplemente está atenta a ese diálogo, espéralo -porque seguro vendrá- y déjalo pasar. Dile a esa vocecita, que harás lo que ella te propone hacer, pero luego de que hayas ido al gimnasio, comido esa comida saludable, terminado tus TO DOs del día.
- Felicítate sinceramente cada vez que eres disciplinada. Esto dará la dopamina al cerebro para que él quiera repetir la actividad.
- Evalúate cuando no fuiste disciplinada. Evaluar no es juzgar, ni criticar; es entender qué pasó, qué te dijo esa voz, por qué actuaste de otra manera. Y aprende. Dite firmemente que la próxima vez lo harás mejor.
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