Seguramente has escuchado hablar de distintos tipos de personalidad y de tests que te permiten identificar cuál es la tuya.
Una personalidad define el tipo de persona que eres ante cierta situación.
Nacemos con rasgos propios, que son visibles desde los pocos días después de nuestro nacimiento.
Algunos de estos rasgos permanecen con el tiempo, otros desaparecen y otros surgen, bajo la influencia de nuestro medio ambiente (padres, educadores y la sociedad, en general) pero, sobre todo, bajo la influencia de nuestra propia percepción de la realidad, de lo que creemos que somos capaces, o no, de hacer, de lo que creemos se espera de nosotras, de lo que consideramos que merecemos, y de quiénes creemos que somos.
Por esta razón, la personalidad puede cambiar a lo largo de los años. Una persona tímida en la infancia, se puede convertir en una persona extrovertida en la edad adulta, a condición de cambiar sus paradigmas sobre ella misma. Una persona honrada de niña, puede ser una gran estafadora de adulta.
Una persona impuntual y procrastinadora, puede ser una excelente planificadora, que cumple su planificación en todo momento, y es puntual… a condición de convencerse de que este cambio es posible y de que lo puede lograr.
Por ello, la pregunta no es si se puede o no cambiar la personalidad. La pregunta debería ser qué tipo de personalidad deseas tener, en qué tipo de persona te comprometes a convertirse de ahora en adelante y cómo decides manejar tu tiempo, a partir de ahora.