Déjame hacerte dos preguntas:
- ¿Cuándo fue la última vez que hiciste algo mal, que no te haya gustado?
- ¿Cuándo fue la última vez que hiciste algo bien, de lo que te sientas orgullosa?
Probablemente hayas tardado menos tiempo en responder a la primera pregunta que a la segunda. ¡Así somos!
Nuestro cerebro humano, con todo lo maravilloso, poderoso e increíble que es, tiene este mecanismo de supervivencia de ver primero lo que no funciona (y lo que te permitirá sobrevivir ante un peligro) que de reconocer las cosas buenas que has hecho.
Y, sin embargo, es este mecanismo de gratificación que generará las endorfinas necesarias para que sigas buscando hacer aquello que tú misma te reconoces como positivo.
Por eso es importante ser amable contigo misma, tanto o más de lo que lo eres con los demás.
Por eso es importante enfatizar lo bueno, que recordarte lo malo.
Practica el hábito de reconocerte, inmediatamente después de cada acción, todo aquello que haces bien, que funciona, que quieres enraizar en tu vida, todo aquello que quieres que se convierta en un hábito.
Celebrándote, hablándote de manera positiva, siendo amable contigo, es la mejor manera de querer volver a repetir esos comportamientos en el futuro.