Dejar de hacer lo que se te hace difícil, es la decisión fácil.
Hacer lo que todo el mundo te dice que hay que hacer, aunque en el fondo no estás segura si es lo que quieres hacer, es la decisión fácil.
Procrastinar aquello que es importante para ti, es la decisión fácil.
Seguir diciéndole sí a los demás, solo porque temes cómo reaccionen si dices que no, es la decisión fácil.
Criticar a los demás, sin aprender que los demás son un reflejo tuyo, es la decisión fácil.
Quejarte de tu situación y echar la culpa a otras personas, sin tomar medidas drásticas para cambiar, es la decisión fácil.
Perder tu tiempo con las distracciones, es la decisión fácil.
No planificar tu día y seguir en piloto automático, repitiendo las mismas acciones día tras días, sin analizarlas, es la decisión fácil.
Abandonar los buenos hábitos, los buenos sueños, los buenos valores, es la decisión fácil.
Pero la decisión fácil no siempre es la mejor decisión. Para TI.
Algo es fácil porque sabes cómo manejarlo, no porque sea mejor para ti.
La mejor decisión a veces requiere valentía, determinación, compromiso y disciplina. La mejor decisión requiere amor propio.
¿Qué decisión vas a tomar hoy?