Consumir es utilizar algo que otros producen y Producir es crear algo para que otros lo utilicen (esos “otros” te pueden incluir a ti misma).
En la vida necesitas los dos para liberar tu máximo potencial.
Un atleta olímpico, produce rendimiento deportivo de alto nivel para el consumo (o entretenimiento) de un público, y también necesita consumir la mejor mentoría para lograr tal rendimiento. Un inventor produce ideas con el objetivo de hacer avanzar la humanidad, y también debe consumir conocimientos y aprender lo que otros han hecho, para saber lo que ha funcionado y lo que no.
En tu oficina, por ejemplo, puedes decidir “consumir” reuniones, es decir, asistir a ellas sin aportar nada de valor, o “producir”, compartiendo tus ideas y proponiendo soluciones.
Consumir es fácil, ya que no requiere tanto esfuerzo, ni el sentir las emociones negativas (como la frustración), que suelen llegar cuando tratamos de producir nuestros objetivos, sin lograr los resultados deseados. Además, consumir es agradable, ya que cuando consumimos sentimos que estamos avanzando. Esto genera dopamina, que es una de las hormonas de la felicidad. Sin embargo, consumir no nos hace lograr los resultados que queremos.
Por ello, solemos caer en la trampa de pensar que tenemos que consumir muchísimo más de lo que en realidad es necesario para producir a un alto nivel.
Consumir es fácil. Consumir es agradable. Pero consumir, no nos hace lograr los resultados que queremos.
La alternativa es lograr un equilibrio entre lo que consumes y lo que produces.
Si tú tienes un objetivo en la vida, tienes que producir al menos tanto como consumes, para poder lograrlo.
¿Cuánto has consumido y cuánto has producido las últimas 24 horas?