Una buena preparación no garantiza el éxito de lo que estás haciendo, pero es una de las claves para conseguirlo. Y esto, en cualquier área de tu vida, desde un gran proyecto, hasta una actividad menor como tomarte un baño.
Piensa esto. Si para bañarte necesitas saber (antes y no después de hacerlo) si te vas a lavar el cabello o no, si tu paño está a mano una vez que termines el baño y si tienes jabón y champú en la bañera, ¿cómo no será esto cierto para tareas de mayor envergadura, como tu objetivo mayor o la rana del día?
Por ello debes preparar cuidadosamente tus sesiones de trabajo, si no deseas interrumpirlas constantemente. Mientras mejor prepares el trabajo que vas a realizar, más chances tienes de realizarlo con éxito, sin interrupciones y con menos errores.
Une buena preparación comprende dos elementos:
- La preparación física. Ella incluye tener todos los elementos físicos necesarios, como lápiz y cuaderno, los archivos o documentos que vayas a necesitar, la información que te ayudará a avanzar, agua, ropa cómoda y adecuada para tu trabajo.
2. La preparación mental. Ella consiste en:
- Tener claro qué quieres lograr con esa sesión de trabajo (tu objetivo) y cuándo vas a terminarla.
- Los pasos para lograr tu objetivo, incluso si los cambias una vez te pongas a trabajar.
- Identificar los posibles obstáculos para lograrlo y los pasos necesarios para superar estos obstáculos.
- Identificar los pensamientos que te ayudarán a lograrlo, por ejemplo, “yo sé concentrarme hasta terminar este trabajo” o “es importante que termine esta sesión de trabajo porque…”
En esta guía práctica te detallo estos elementos a través de preguntas. Te sugiero que la imprimas y que respondas a ellas por escrito (para darles mayor fuerza) antes de cada sesión de trabajo, especialmente antes de aquellas que crees que te costarán un poco más realizar.