La palabra “distracción” tiene dos acepciones en el diccionario.
Según la R.A.E, la distracción es la desviación de tu atención en algo, pero también es entretenimiento o diversión.
Es importante distraerse, es decir, tener momentos de entretenimiento y diversión, pero no a costa del logro de nuestros objetivos más importantes. Un equilibrio entre concentración y distracción es necesario.
Una manera de manejar las distracciones, para que no te cuesten tus objetivos más importantes, es planificarlas.
Decide con antelación, cuándo y cómo vas a distraerte.
Cuando planificas la distracción, evitas caer en la tentación de hacerlo en el momento más productivo del día o en medio de una sesión de trabajo.
Cuando planificas la distracción estás decidiendo tú (y no la tentación) cómo utilizar tu tiempo, y cuánto tiempo otorgarle al trabajo vs a la diversión.
Cuando planificas la distracción es menos probable que te distraigas cuando más necesitas trabajar (porque sabes que luego vendrá la gratificación del entretenimiento) y, en consecuencia, no te criticarás, juzgarás y frustrarás por haberte distraído.
¿Cuánto tiempo al día decides dedicarle al trabajo duro y cuánto a la distracción? ¿En qué momento del día y de la semana te distraerás?