¿Tienes una larga lista de cosas por hacer, o TO DOs, pero en lugar de ponerte a trabajar en ella decides comenzar otras más? ¿Pese a todos tus proyectos en curso, prefieres revisar las redes sociales o terminar tu serie en Netflix? ¿Estás sentada delante de tu computadora, con el archivo abierto, pero en lugar de ponerte a trabajar en esa tarea, prefieres revisar tus correos electrónicos, asegurándote que retomarás eso más tarde?
Si respondiste sí a una o varias de las preguntas anteriores, si te reconoces en ese perfil, sueles incurrir en la procrastinación, es decir, en el hábito de dejar las cosas para más tarde.
Una procrastinadora, pese a que puede reconocerse como tal, en el momento de procrastinar, de decidir que mejor realizará alguna acción o tarea más tarde u otro día, siempre conseguirá una buena excusa para no sentarse a trabajar.
Tu cerebro siempre te proporcionará mil razones para no hacer lo que dijiste que harías y, en lugar de eso, hacer otra cosa que no te aportará nada nuevo, ni valor a tu vida, otro que evitarte el dolor de trabajar en algo que no te gusta, que te aburre o que crees que es difícil.
Si tienes una lista de TO DOs ya definida, si sueles procrastinar su ejecución y si quieres acabar con la procrastinación, te recomiendo que no agregues más nada en ella (ninguna tarea o proyecto nuevo, por muy interesante que sea), hasta que no termines todo lo que está en esa lista.
Considera sólo estas dos razones para agregar algo nuevo en tus TO DOs:
- Que sea realmente urgente.
- Que decidas eliminar algo de tu TO DO, porque te diste cuenta de que no es algo que quieres hacer, que vayas a hacer, o porque vayas a delegarla.
Así que si eres de las que ve su lista de TO DOs aumentar cada día más, deja de agregar ítems a esa lista, y la próxima vez que te des cuenta que tienes una muy “buena” excusa para no hacer lo que dijiste que harías, pregúntate más bien por qué no quieres hacer esa tarea, y qué tipo de incomodidad estás esquivando al no hacerlo.