Lo que conocemos como gestión del tiempo, es decir, las diferentes técnicas para aumentar nuestra productividad, son importantes para avanzar más rápido y mejor en el logro de los objetivos que nos trazamos. Sin embargo, ellas no sirven de mucho si primero no aprendemos a manejar nuestra mente.
Las principales razones por las que terminamos siendo improductivas (la procrastinación, la impuntualidad, la realización de actividades inútiles, la dispersión y la distracción), no tienen su origen en una mala gestión del tiempo, sino en una mala gestión de nuestros pensamientos y nuestras emociones.
¿Sabes por qué procrastinas? Porque piensas, erróneamente, que la tarea que debes realizar es más difícil y complicada de lo que realmente es.
¿Sabes por qué llegas tarde a tus citas? Porque piensas, erróneamente, que puedes hacer muchas más cosas antes de ir a tu cita, de la que realmente puedes.
¿Sabes por qué terminas haciendo tareas (o trabajos) inútiles y sin sentido? Porque piensas, erróneamente, que tu deber es complacer a los demás y prefieres callar el No.
¿Sabes por qué muchas veces no logras tus objetivos? Porque piensas, erróneamente, que trazándote varios objetivos a la vez, trabajando en varias cosas al mismo tiempo, lograrás avanzar más rápido.
¿Sabes por qué te distraes? Porque consigues alguna dificultad en lo que estás haciendo, que no quieres no resolver y prefieres pasar a algo más gratificante.
Por eso, no importa qué tanto conozca de productividad, si no sabes decirte No, si no sabes manejar tu tiempo, nunca utilizarás esas técnicas en realidad.