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Lo que me enseñaron las noches en vela

Al momento de escribir estas líneas, mi bebé tiene 14 meses. Aunque mi niño es encantador, en las noches se despierta muchas veces. A veces debo cargarlo en mis brazos más de una hora, ¡incluso cinco!

La experiencia no ha sido fácil, no sólo por la falta de sueño, sino especialmente por la manera en la que yo he vivido esa falta de sueño.

A la somnolencia, a esas horas despierta con el bebé en los brazos, le he agregado mucha turbulencia emocional, creando problemas y disputas imaginarias con casi todas las personas que conozco, sintiéndome víctima de la situación.

En un momento, dándome cuenta de lo tensa que estaba, de lo mal que me sentía, me di cuenta de que sí era posible vivir de otra manera todo esto. En ese momento, decidí cambiar.

El cambio fue radical. La circunstancia (el bebé que se despierta varias veces en la noche) sigue siendo igual.

Comencé a cargarlo de manera distinta, a hablarle y hablarme de manera distinta, a darme cuenta de lo afortunada que soy por tener un bebé tan bello y maravilloso en mis brazos. Me sentí agradecida con él por existir, con la vida por lo que me ofrece y conmigo misma por el cambio que estaba generando en mí.

Las horas sin dormir no han cambiado, pero mi experiencia es completamente distinta.

Estas noches de vela me han enseñado -de nuevo- lo poderosa e increíble que es nuestra mente. Podemos ser nuestras mejores aliadas o nuestras peores enemigas y eso no depende de ninguna situación externa a nosotras.

Mientras podamos controlar nuestros pensamientos, podemos controlarlo todo.