La vida es una sucesión de eventos y de emociones distintas. Por muy rutinaria que sea tu vida, la variedad existe y es lo que le da sabor a tu experiencia.
Unos días te sientes muy bien y con mucha energía para empezar proyectos y hábitos nuevos. Otros días, la falta de energía se apodera de ti. Las razones pueden ser variadas (hormonales, mal sueño, preocupaciones, enfermedades, etc.) pero el resultado es muy similar: simplemente no tienes ganas de hacer más que descansar.
Sin embargo, no siempre es tan fácil hacerlo y, en esos casos, incluso pararse de la cama es un sacrificio enorme.
Cuando esto es así, no trates de esforzarte más de la cuenta. Haz lo que puedas con la energía que tengas. No te critiques por no cumplir tus nuevos hábitos a la perfección, ni por estar al 100%, como sueles estar o como te gustaría estar siempre.
Haz lo mínimo necesario. Luego, felicítate por hacerlo.
Lo mínimo puede parecerse a:
- Sonreír.
- Pararte de tu cama y arreglarte.
- Mantenerte hidratada.
- Recordarte lo bien que lo haces, pese al cansancio que tienes.
- Mirarte en un espejo y recordarte cuánto te quieres.
Y luego que lo hagas, recuerda felicitarte.