Todo lo que haces, que sean cosas que te gusten o no, que te sientas orgullosa de hacerlas o te den vergüenza, es porque te importa.
Si no te importara, no lo hicieras. Si las consecuencias de no hacerlo no son de peso para ti, no lo hicieras.
Piensa en esto. Si te paras temprano para ejercitarte, es que las consecuencias de hacer ejercicio son más importantes que el placer de quedarte en cama.
Si comes adecuadamente para tener una salud perfecta, es porque eso es más importante que el placer de comer muchos carbohidratos.
Si tienes el hábito de trabajar en tus proyectos con prontitud, es porque obtienes algún placer mayor haciendo eso, que dejando todo para última hora.
El problema es que a veces confundimos placer con importancia, y solo perseguimos aquello que nos da mayor placer a corto plazo, sin pensar en la importancia de la consecuencia de nuestros actos (o el placer a largo plazo).
De ahora en adelante, antes de actuar, piensa en las consecuencias posibles de tus decisiones. Piensa en su importancia versus el placer. Dale mayor prioridad a lo realmente importante.