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La trampa del perfeccionismo

La trampa del perfeccionismo consiste en creer que algo será perfecto en el futuro (a condición de trabajar en él, de cambiarlo), e ignorar su perfección en el presente.

Esta creencia nos lleva a:

  • Pensar que existe gente perfecta… y decepcionarnos al darnos cuenta de que no lo son.
  • Dudar de nuestra propia perfección… y buscar hacer y tener cosas externas para cambiar quiénes somos.
  • Pasar exceso de tiempo trabajando constantemente en nuestros proyectos lo que, lejos de hacerlos perfectos, hace que siempre veamos el detalle que le falta, aquello que no hicimos bien y que necesitamos cambiar, terminarlo tarde y no ser para nada productiva.
  • Creer que existen situaciones y vidas perfectas… y ponernos tristes al darnos cuenta de que las nuestras no lo son.
  • Preferir no hacer cosas, si creemos que no lo podremos hacer bajo nuestros estándares de perfección.
  • Nunca estar plenamente satisfechas de las cosas, las personas, las situaciones porque, al final de cuentas, cada quien tiene sus propios estándares de lo que está bien y mal, de lo que es bello y feo, de lo que es perfecto e imperfecto, sin contar con el hecho que nuestros propios estándares, nuestras capacidades y habilidades y nuestra percepción del mundo también cambia con los años.

El perfeccionismo es una trampa porque, disfrazado bajo la creencia de ser una cualidad noble, nos lleva a la insatisfacción constante, a una baja autoestima o a una procrastinación perenne.

En lugar de esto, puedes decidir que toooodas las cosas, las personas y las circunstancias de tu vida actual son perfectas… con sus imperfecciones.

Tus errores son perfectos, porque te enseñarán lecciones para el futuro.

Tus circunstancias actuales son perfectas, porque te dan la oportunidad para definir quién eres y cómo quieres actuar ante ellas.

Tu trabajo es perfecto, porque es el resultado de todo lo que has aprendido en el pasado, y es la base de lo que aprenderás en el futuro.

Tú eres perfecta y suficiente, tal como eres, tal como naciste.

¿Qué tanto caes tú en esta trampa del perfeccionismo?