La presencia y la capacidad de focalizarse en lo que se está haciendo son una misma cosa.
Cuando hablo de tener presencia, me refiero a vivir el momento presente, a estar en el aquí y el ahora, sin pensar en el pasado o en el futuro, al menos que lo que hagas en el momento presente sea conscientemente evaluar el pasado (por lo que tendrás que pensar en él) o planificar el futuro.
Estar en el presente significa dirigir toda tu atención:
- a lo que estás haciendo en cada momento,
- a lo que estás sintiendo –a tus emociones–,
- a tus sensaciones físicas, es decir, lo que percibes por tus cinco sentidos,
- a lo que te están diciendo, sin tener una conversación paralela en tu cabeza sobre qué le vas a responder a la otra persona, o cómo la persona está vestida o peinada,
- a tu diálogo interno, sin juzgarlo, es decir, sin tener un diálogo sobre tu diálogo.
- a que, cuando no logres realizar cualquiera de las actividades anteriores, simplemente te recuerdes la importancia de estar presente, y regreses al aquí y al ahora.
Sé que al decir esto parezco una especie de gurú de espiritualidad y no una coach de gestión del tiempo. Sin embargo, el desarrollar la presencia en cada cosa que haces es exactamente lo mismo que desarrollar tu capacidad de concentración en tu trabajo y, ésa, es una de las principales habilidades necesarias para ser altamente productiva.
Lo mejor es que al practicar la presencia, no sólo serás productiva con tu tiempo, sino también mejorarás tus relaciones con los demás y, especialmente, disfrutarás mucho más de tu vida y de tu propia presencia.