Esta ley, también conocida como “biorritmo” dice que “cada persona está sometida a múltiples ritmos biológicos que deben ser tenidos en cuenta en la programación de las actividades”. Es decir, cada persona posee su propio ritmo, que influye en su productividad.
Según la ley de Swoboda-Fliess-Teltscher, cada uno de nosotros tenemos, desde nuestro nacimiento, tres ciclos:
- Un ciclo físico, que dura 23 días.
- Un ciclo emocional, que dura 28 días.
- Un ciclo intelectual de 33 días.
Como todo ciclo, cada uno tiene una curva ascendente y otra descendente.
Cuando dos o todos estos ciclos coinciden en la misma fecha, se habla de “día crítico”.
Los creadores de esta ley son Wilhem Fliess, Alfred Teltscher y Herman Swoboda, aunque no trabajaron juntos en ella. De hecho, Wilhem Fliess, quien fue un médico alemán, paciente y amigo de Freud, fue el primero en mencionar la existencia de regularidades en los mismos intervalos. El describió los ciclos físicos (masculinos) y emocionales (femeninos). Luego, Teltscher agregó el ciclo intelectual, pero como fue Swoboda quien dio forma final al “biorritmo”, esta ley también se conoce como ley de Swoboda.
En 1988, el neurólogo Terence Hines comprobó que estos tres ciclos no existían y que esta ley de la productividad, que se había hecho tan popular en el mundo, no tenía ninguna base científica.
Sin embargo, vale la pena verificar cuáles son nuestras tendencias naturales a lo largo del día y del mes: ¿En qué momento tenemos más energía y estamos más alerta? ¿En qué momento tu concentración es muy baja y no dejas de distraerte, o simplemente parece que no tienes la fuerza o la disciplina para realizar tareas que en otro momento se te hacen tan fáciles? ¿Qué puede producir cada una de estas situaciones?