Seamos honestas. El tiempo no es abundante, como tampoco es escaso. No hay mucho, ni poco tiempo en un día, ni en la vida. Estas son percepciones humanas. El tiempo es. El transcurre.
Puesto que podemos escoger qué deseamos pensar del tiempo que vivimos, ¿por qué no escoger pensar que el tiempo que tenemos es abundante y más que suficiente para hacer todo lo que deseamos hacer?
Sin embargo, pensar en algo, es decir, repetir pensamientos (o afirmaciones) no tiene ningún efecto en nosotras, si no lo creemos realmente. Si te gusta el pensamiento de que el tiempo es abundante, pero durante el día te repites constantemente que no te alcanza el tiempo, que no puedes terminar x o y, que quisieras hacer tantas cosas, pero con qué tiempo, etc., etc., te propongo el siguiente ejercicio:
Identifica cinco cosas que te gustarían hacer, pero que no te permites hacerlas porque consideras que son una pérdida de tiempo, o porque simplemente sientes que tus obligaciones actuales no te lo permiten.
No sigas leyendo, no cambies de página o comiences a hacer otra cosa, hasta que no las hayas identificado y escrito.
Ahora, escoge al menos una de las cinco cosas que escribiste, la que más te provoque, la que más te llene, y agéndalo en tu calendario de los próximos 10 días. Asegúrate de cumplir esta cita contigo, no importa lo que tengas que hacer, lo que aún no hayas terminado. Y mientras lo hagas, recuérdate que sí hay tiempo para todo, que el tiempo sí puede ser abundante, incluso para ti.