Un niño no entiende un No. Cuando quiere algo, lucha, llora y patalea hasta tenerlo.
Un niño no presta lo que no quiere prestar, así sus padres insistan y lo llamen egoísta. Y no se siente mala persona por ello.
Un niño se cae unas dos mil veces antes de aprender a caminar. Un niño inventa miles de palabras y las pronuncia mal, antes de aprender a hablar correctamente. No le importa las burlas, ni las caídas. Sigue intentándolo, hasta lograrlo.
Un niño es curioso. Lo explora todo, lo pregunta todo, lo intenta todo.
Aprovecha tu experiencia, conocimientos y madurez de adulto, al mismo tiempo que retomas contacto con tu niña interna, con quien eres en el fondo, para:
– Hacer lo que quieres.
– Decir No sin culpas.
– No pararte ante el fracaso.
– Aprender lo que quieras, aunque se rían de ti.
– Explorar el mundo, con curiosidad.
Piensa que si eso lo hacías con facilidad cuando eras niña, ese don está en ti.