Una distracción es un evento o persona que te invita a hacer algo distinto de lo que estabas haciendo.
En el ámbito de la productividad, una distracción es todo evento o persona que te aleja de tu objetivo actual, ya sea terminar la actividad que estabas haciendo o alcanzar tu objetivo o proyecto en curso.
Mientras mejor manejas tus distracciones, más rápido alcanzarás tus objetivos y menos tiempo perderás.
Manejar las distracciones, no siempre quiere decir ignorarlas.
Cuando sucumbes ante una distracción, es decir, cuando dejas sin terminar lo que estabas haciendo y te pones a hacer algo más, es importante que entiendas por qué lo hiciste y cuál es la lección que puedes aprender de esta experiencia.
Las distracciones surgen como respuesta a un momento de incomodidad: la incomodidad de dejar sonando el teléfono sin responder, la incomodidad de decirle a otra persona que no puedes ayudarla en ese momento, la incomodidad de hacer algo que te parece difícil o aburrido.
En otras ocasiones, tienes ganas de distraerte porque necesitas hacer una pausa. Quizás estás cansada, no tienes mucha energía o has pasado tanto tiempo trabajando, que tu capacidad de concentración está en el menor nivel posible y es hora de hacer una pausa.
En cualquier caso, cada vez que sientas la necesidad de distraerte y hacer algo más, entiende que no necesariamente debes distraerte y no necesariamente debes ignorar tu distracción. Lo mejor es preguntarte por qué quieres distraerte, cuál es tu necesidad más profunda y, luego, reaccionar como te parezca mejor.