Cuando realices un esfuerzo un poco extraordinario, cuando vayas más allá de tus límites, cuando algo te cuesta, pero lo haces porque es lo correcto, háblate bonito.
Cuando te equivoques, cuando te vaya mal, cuando no veas las soluciones a tus problemas, háblate bonito.
No se trata de decirte una linda frase. Se trata de hablarte todo el tiempo bien, de felicitarte, de celebrarte, todo el tiempo que dure el esfuerzo.
Se trata de hablarte tan bien, que pareciera fingido, exagerado, superficial. Dite frases como “Eres lo máximo”, “Era más fácil no hacerlo, pero tú lo estás haciendo”, “Te quiero”, “Lograrás todo lo que te propones” y otras del mismo estilo.
Repite estas frases durante varios minutos. Vuelve a repetir el ejercicio, tanto como sea necesario.
Se trata de equilibrar la sensación desagradable del esfuerzo, del sacrificio, del error, de las malas pasadas de la vida, con pensamientos de orgullo, de satisfacción, de entusiasmo hacia ti.
Con esto, vas a lograr dos cosas:
- Hacer que el esfuerzo sea más agradable y, por lo tanto, menos difícil.
- Asociar el esfuerzo y sacrificio, los momentos difíciles, con una identidad positiva de ti misma, que te llevará -inconscientemente- a querer ir más allá de tus límites, de manera recurrente.
No lo dudes. Celébrate tanto como puedas, mientras realizas esfuerzos necesarios y dirigidos para lograr tus propósitos. No escatimes en halagos, no dudes en exagerar tanto como puedas. Los resultados serán inmediatos.