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Escucha tus miedos

La RAE define el miedo como “angustia por un riesgo o daño real o imaginario. Recelo o aprensión que alguien tiene de que le suceda algo contrario a lo que desea.”

Un miedo es una emoción, es decir, una sensación en tu cuerpo, que te incita a no hacer lo que te genera esa emoción, porque tu cerebro lo analiza como peligroso.

El miedo es la respuesta a la percepción de peligro que tienes de una situación, y no a un verdadero peligro, en sí.

Cuando sientes miedo, incluso si sabes que se trata de un peligro inventado o de algo menor, nunca vas a querer ir más allá. Esta reacción forma parte de nuestros instintos más básicos, gracias a los cuales tantas generaciones antes que tú sobrevivieron, hasta llegar a ti.

Miedo = Peligro

Por eso, no trates de evitar tus miedos. Tampoco te sientas culpable de tenerlos, incluso  cuando sabes que son miedos absurdos, que no sirve de nada tenerlos y que vivirías una mejor vida sin ellos.

Al contrario, cuando sientas miedo por algo, en lugar de avergonzarte o de ocultarlo, primero, salúdalo (algo así como “Hola, Miedo”). Pregúntale qué te quiere decir, qué peligro está viendo y de qué te quiere proteger.

Luego, dale las gracias por querer protegerte.

Finalmente, si consideras que tu supervivencia no está en peligro y que sí quieres hacer eso que te genera miedo, recuerda que no eres esclava de ellos, que puedes hacer eso que tanto te asusta, sin esperar que el miedo pase. Invítalo a acompañarte en esa aventura. Haz lo que sabes que es mejor para ti e invita al miedo a “sentarte” a tu lado, mientras te observa haciéndolo.

Tener miedo de algo, no necesariamente es una señal del Universo, ni es tu instinto insistiéndote para que abandones algo, o no lo intentes. El miedo es, simplemente, una reacción natural de tu cuerpo, a algo que interpretas como peligroso, pero que no necesariamente lo es.