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¿En dónde pones tu atención?

¿Cuáles fueron tus cinco pensamientos más frecuentes de ayer?

Detente un momento y responde a esta pregunta. Si los escribes, mejor, porque tendrás mayor conciencia para las preguntas siguientes.

¿Cómo te sientes al escribirlos? ¿Descubriste algo? ¿Fueron pensamientos positivos o negativos? ¿Críticas o alabanzas? ¿Hubo un tema que se repetía?

¿Son los mismos pensamientos recurrentes de esta semana? ¿De este mes?

Probablemente sea el caso, porque cada día repetimos el 80% de los pensamientos del día anterior.

Mientras más estés consciente de tu consciencia, de lo que piensas constantemente, de lo que crees como cierto, más fácil será poder cambiar estos pensamientos a otros que te sirvan más.

No te pido que hagas afirmaciones sobre lo que deberías creer (aunque eso ayuda), sino cambiar -poco a poco- estos pensamientos por otros que creas de la misma manera, pero que te sean más favorables.

Por ejemplo, si te dices “Esto nunca lo voy a lograr”, podrías cambiarlo por pensamientos como “Quizás haya alguna manera de lograrlo” o “Ésta puede ser una oportunidad para hacer las cosas de manera diferente”.

Y cada vez que te des cuenta de que el pensamiento anterior reaparece, repítete el nuevo pensamiento con el que decides reemplazarlo.

Porque en donde fijas tu atención, fijarás también tu acción.