Mi hija me dijo ayer que cuando sea grande quisiera ser astronauta, para poder ver a Dios. Ella me preguntó que qué quería yo cuando tenía su edad. Le respondí que yo quería ser bailarina y maestra, que quería un cuarto enorme para mí sola, unos patines en línea, pero sobre todo quería ser bailarina de Chayanne 😊. En un momento me obsesioné con aprender inglés, en otro con aprender mecanografía. Tenía un restaurante virtual y una tienda en la que vendía a los niños la tarea de la escuela ya hecha.
No tenía muchos sueños, pero recuerdo que cuando soñaba, lo hacía con intensidad. No solo me visualizaba haciéndolo, sino que “actuaba” esos sueños.
Aunque nunca fui bailarina de Chayanne (pero sí tuve muchas horas de práctica, en las que fui extremadamente feliz), la mayoría de mis sueños sí se han cumplido.
El secreto no es tanto tener una lista enorme de sueños, sino saber exactamente cuáles son, “obsesionarse” con ellos, sentirlos como suyo, creer que así será y trabajar en ellos con mucho amor, con muchas ganas y mucha ilusión. La suerte influye, pero el factor suerte tú no puedes cambiarlo. Lo único que puedes hacer es influir en él, gracias a tu actitud hacia la vida.