Cuando te trazas una meta, cuando tienes la ambición de lograr algo que hoy te parece inalcanzable, pero que de todas maneras te saca una sonrisa, algo que te provoca cosquillas en el estómago al solo pensar que podrías lograr, una ilusión que te mantiene despierta en la noche, recuerda que lo más importante no es lograr esa meta.
Lo más importante de luchar por un sueño es el cambio que se tiene que operar en ti (en tu manera de ser, de pensar y de actuar) para lograrlo o, al menos, para acercarte a él.
Mientras más grande sea la meta, mayor será el cambio que se tiene que operar en ti. Y esa transformación es la que generará las bases para lograr esa anhelada meta, y muchos más éxitos que vendrán a partir de tu nueva versión.
El verdadero objetivo no es ése que te trazaste, sino la persona en la que te tienes que convertir para lograrlo.