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El mínimo hábito posible

¿Es más fácil aprender una palabra al día de otro idioma o tratar de aprender el idioma entero en un solo día? ¿Es más fácil hacer un hábito fácil y pequeño o uno complejo y grande, de manera constante? O, como diría Tony Robbins, ¿es más fácil matar un monstruo pequeño o uno grande?

Siempre es más fácil empezar por lo pequeño. Y eso, por tres razones:

  • Al cerebro le gusta lo fácil ya que, en su búsqueda constante por evitar esfuerzos innecesarios, siempre te dirá que no hagas lo que le parezca difícil. Recuerda que el ser humano logró sobrevivir y evolucionar, gracias a la capacidad de escapar a tantos predadores y un medio ambiente hostil. Por ello, el cerebro aprendió a minimizar los esfuerzos que no estaban relacionados con la supervivencia. Sin embargo, esa característica no te es de tanta utilidad en el mundo actual, por lo que querrás vivir una vida que vaya más allá de la simple supervivencia. Por ello, trabaja en hábitos nuevos, pero no los hagas difíciles, para ganarte la adhesión de tu cerebro.
  • En los días en los que no tengas la fuerza, energía o vitalidad de hacer lo difícil, es más probable que tengas la fuerza, energía y vitalidad necesarias para realizar la actividad más sencilla.
  • Cuando empiezas un hábito nuevo, vas a tener mucha motivación y querrás hacerlo todo. Sin embargo, probablemente esta motivación bajará al cabo de unos días cuando la novedad del nuevo hábito desaparezca y la rutina continúa. Al comenzar con hábitos pequeños, garantizarás que la motivación no sea un factor en juego.

¿Qué hábito deseas realizar?

¿Cuál es la versión más sencilla de ese hábito, ésa que incluso en tus peores días estás dispuesta a realizar?

¿En qué momento la vas a hacer? Sé lo más específica que puedas. En lugar de decirte, “lo haré en la mañana”, di “lo haré en la mañana, después de cepillarme los dientes”