Las distracciones, es decir, el dejar de hacer lo que se está haciendo por realizar otra cosa, tiene un costo en la productividad, que debe medirse desde varios ángulos:
Primero está el costo del tiempo. Según un estudio dirigido por Gloria Mark, profesora de la Universidad de California, Irvine, en promedio, las personas tardan unos 23 minutos en volver a concentrarse después de una interrupción.
Por otro lado, al aumentar la cantidad de tiempo que necesitas para realizar lo que interrumpiste, disminuirá la cantidad de cosas que podrás realizar durante un día. Éste es el costo de cantidad.
Agreguemos a esto el costo de la calidad. Una vez que trabajas en un tema, tu cerebro reconoce fácilmente lo que debes continuar haciendo y lo que debes evitar (él aprende rápidamente de los errores que realizaste durante los primeros minutos de trabajo y busca a toda costa no repetirlos). Este aprendizaje suele ser de muy corto plazo y se olvida fácilmente tras una distracción. En consecuencia, los mismos errores suelen repetirse tras retomar el trabajo luego de la interrupción.
A esto hay que añadir el costo de dinero. Un informe de Basex estimó que las distracciones y las interrupciones en el trabajo cuestan a la economía de Estados Unidos alrededor de 588 mil millones de dólares al año. Este costo incluye la pérdida de productividad, errores, y el tiempo necesario para recuperar el enfoque.
A las distracciones hay que agregarle el costo de la satisfacción, o lo que se le conoce en inglés como el flow, es decir, la capacidad de sentir bienestar personal al realizar un trabajo. El flow es ese período en el que tu trabajo fluye, en el que te compenetras con lo que estás haciendo y en el que tu satisfacción está al máximo. Todo eso se interrumpe con cualquier distracción.
A mayor distracción, mayor frustración. Esta frustración viene de la incapacidad de mantener el flow, pero también de la sensación que puedes experimentar de no poder controlar tu trabajo, tu tiempo, ni tu ambiente. Esto, junto con el mayor estrés que experimentas por sentir que debes realizar el mismo trabajo, ahora en menos tiempo, es el costo de bienestar.
En conclusión, mejor tomar las medidas necesarias para asegurar que nuestros momentos de producción y concentración estén libres de interrupciones. Y darle a las distracciones también su espacio durante el día.
Fuentes:
- Mark, Gloria. “The Cost of Interrupted Work: More Speed and Stress.” University of California, Irvine, 2008.
- Basex Research. “The Cost of Not Paying Attention: How Interruptions Impact Knowledge Worker Productivity.” 2008.