Apreciamos más el verano cuando pasamos el invierno.
Apreciamos más la libertad cuando nos damos cuenta que podemos perderla.
Apreciamos más la vida cuando nos sanamos de una enfermedad y nos damos cuenta de lo frágil y corta que puede ser.
Por eso, apreciamos más nuestros momentos productivos cuando descansamos, y viceversa, apreciamos más el descanso, luego de un buen día o período productivo.
Trabajar, trabajar y trabajar sin el equivalente descanso y diversión, no te hará más productiva, ni exitosa, sino que creará el efecto contrario a largo plazo.