“¿Qué hiciste ayer?”
Cuando le pregunto a mis clientes qué hicieron ayer, cómo utilizaron su tiempo las últimas 24 horas, a veces, no saben responderme. Se recuerdan vagamente de algunas cosas y se olvidan de la mayoría.
No les pregunto qué hicieron hace un mes, ni hace un año, sino ayer. Suelen responder de manera general: “fui al trabajo, regresé a casa y cené con mi familia”, me dicen, pero cuando entramos en los detalles, no saben qué decir.
No creo que ellos sean una excepción. Muchos vivimos de manera automática, sin realmente vivir. Como si todos los días fuesen igual.
Nuestros días pasan uno tras otro y nosotras no los aprovechamos, no los vivimos con intensidad, con pasión. Estamos convencidas que tendremos muchos más de estos, como si fuesen infinitos y nunca se acabarán. Vivimos sin hacer el mínimo esfuerzo para que nuestra vida valga la pena ser vivida.
Y es que, aunque vivamos siguiendo una rutina guiada por el trabajo o estudio, vida familiar y otras “obligaciones”, siempre tenemos la posibilidad de darle un sabor especial a nuestros días, hacer que cada uno de ellos sea único.
A continuación te doy tres recomendaciones para apreciar cada día y darles un sabor distinto:
(1) Separa un cuaderno para anotar, al final de cada día, cosas específicas que aprecias o agradeces al día que está por terminar: la sonrisa de un extraño, el color del atardecer, el haber avanzado o terminado un proyecto. Trata de ser lo más específica que puedas y no repetir las mismas observaciones todos los días.
Para darle sabor a tu vida, primero debes estar consciente de la vida que tienes.
(2) Ponte como meta que cada uno de tus días sea especial.
(3) Establece metas o desafíos específicos a cada día. Agéndalos.
Puedes empezar haciendo una lista de sueños (grandes y pequeños) y proponerte a trabajar en ellos cada día. Por ejemplo, puede ser inscribirte en el curso de pintura que tanto querías hacer, o comenzar a intercambiar mensajes en el idioma que quieres mejorar con alguna persona en otro lado del planeta. Puedes decidir pasar media hora planificando unas vacaciones en aquel lugar que tanto quieres ir o tocar el instrumento musical que tanto que gusta y que has abandonado.