Si te suele pasar que dudas mucho de tu propia opinión, si crees que los demás saben más que ti sobre qué te conviene y qué no (porque tienen más experiencia o porque no confías en tu juicio), si terminas haciendo lo que los demás te dicen, pese a que en el fondo no estás convencida de querer tomar ese camino, es momento de comenzar a confiar más en tu propio cerebro y en tu propio corazón.
No se trata de no buscar consejos u opiniones ajenas, sino en retomar el control de tu propia experiencia de vida y ser plenamente responsable de tus decisiones.
Por eso, te invito a que confíes en tu cerebro para:
- Darte la solución a tus problemas.
- Decirte dónde puedes conseguir esa solución.
- Saber qué es bueno para ti y qué no lo es, qué te hace progresar y qué te hace estancar o retroceder.
- Entender cuándo la respuesta a cualquiera de las preguntas anteriores viene realmente de ti o ha sido inseminada en ti por alguien más (padres, colegas, redes sociales, etc.).
¡Arriésgate! ¡Atrévete! ¡Confía en ti!