¿Cuántas veces te dices «Ay, cómo quisiera estar motivada para poder hacer X cosa”?
Creemos que la motivación es la fuente de la acción: si la tenemos, haremos cualquier cosa que deseemos, y si es escasa o nula, pues será imposible trabajar.
¿Recuerdas algún momento en el que querías hacer algo, te sentías inspirada, tu motivación estaba por las nubes, te pusiste manos a la obra y terminaste lo que ibas a hacer? ¡Qué experiencia tan agradable! ¡Qué delicia si trabajar fuese así, todo el tiempo!
¿Qué crees que logró ese estado?
La motivación nace a partir del sentido que le das a lo que haces, a la importancia que tiene ante tus ojos.
Si crees que algo carece de sentido, ¿para qué perder tu tiempo y energía trabajando en ello? En ese momento, tu motivación baja y buscarás cualquier excusa para hacer otra cosa.
Sin embargo, las cosas, en sí, no tienen o carecen de sentido. Eres tú quien le das ese sentido, eres tú quien decide por qué y para qué haces lo que haces y, a partir de ese sentido, tu motivación aumentará.
¿Cuál es el sentido que le das a lo que haces?
Hazte esta pregunta antes de emprender cualquier cosa. Hazte esta pregunta antes de aceptar hacer cualquier cosa. Y, si tienes que hacer algo, consíguele ese sentido. Vuélvete creativa. Recuerda que nada, por sí, tiene o carece de sentido.