Imagínate dos mujeres con el mismo objetivo y las mismas ganas de lograrlos. De un lado, la primera mujer, aunque quiere hacerlo, se distrae con otros objetivos, deja que las cosas del día a día o las necesidades de los demás acaparen su tiempo y no hace lo que necesita hacer para lograr ese objetivo. Del otro lado, la segunda mujer resuelve cada una de las cosas que necesita hacer para que ese objetivo avance, a cada obstáculo le busca una solución inmediata, a cada solicitud de los demás que no están alineados con ese objetivo, la deja de segundo plano o la rechaza, y se enfoca en avanzar en ese objetivo.
¿Cuál de las dos mujeres tiene mayor probabilidad de lograrlo? Evidentemente la segunda.
Sin embargo, cuando se trata de nosotras mismas, ese escenario no es tan evidente, y nos preguntamos constantemente por qué no logramos nuestros objetivos, pese a ser tan importantes para nosotras.
La respuesta, probablemente, es que no estás actuando con prontitud en las tareas más importantes para lograr lo que quieres, porque lo dejas para más tarde, porque priorizas otras cosas.
Cuando actúas con prontitud, das un mensaje firme a ti, al Universo, a los demás, que tus objetivos son importantes y que estás determinada a lograrlo.