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 No hacer nada es más difícil que hacer

No hacer nada parece ser un estado de facilidad en el que, si bien no avanzas hacia tus sueños y objetivos, al menos no utilizas tu tiempo y energía en acciones que pueden resultar inútiles. No hacer nada no te coloca en situaciones embarazosas en las que puedes fallar y equivocarte, juzgarte y ser juzgada.

Entonces, por qué yo digo que no hacer nada es más difícil que hacer.

A continuación, te explico por qué.

No hacer nada es más difícil que hacer porque:

  • Cuando no haces nada, te la pasas pensando en lo que podrías hacer (pero no haces), o en que “deberías” estar haciendo algo. Por ello, el no hacer nada te toma más energía que el hacer algo. Es una energía mental y no física, por lo que estarás cansada y no sabrás por qué.
  • Cuando haces algo y eso te sale mal o no te permite lograr el objetivo que buscas, al menos descubriste algo que no vas a repetir, porque no funciona. En cambio, cuando no haces nada, no sabes qué puede funcionar y qué no puede funcionar para lograr un objetivo.
  • El hacer algo te da la satisfacción y el orgullo de que estás trabajando por lo que quieres. Esas emociones te van a impulsar a seguir haciendo cosas y, eso, cada vez con mayor facilidad. No hacer nada te deja en la inacción, que actúa como una piedra cada vez más pesada sobre tu ánimo y tus ganas de arrancar. Mientras más tiempo te quedes en ese estado, más difícil es arrancar.