Tu casa está muy desordenada, pero no puedes dedicar un día entero a acomodarla. Sólo tienes 20 minutos delante de ti. Entonces te preguntas, “¿de qué sirve hacerlo… si en 20 minutos no se acomoda una casa?”
Empezaste un hábito nuevo (como hacer ejercicio, comer de manera equilibrada o dejar de fumar). Un día, irrespetas tu nuevo hábito, y te dices, “¿de qué sirve retomarlo, si nunca lo lograré?”
¿De qué sirve hacer ese esfuerzo, si parece un granito de arena en pleno océano?
Ésa es la pregunta que te hago yo. ¿De qué sirve hacerlo? ¿Por qué vale la pena? ¿Qué quieres lograr con eso?
No creas que cada intento debe igualar tu objetivo final. Sin embargo, cada intento, cada mínimo esfuerzo es necesario para lograr ese gran objetivo.
Acomodar tu apartamento 20 minutos no te va a garantizar el resultado deseado de por vida, así como tampoco lo hará cada día que te apagas al hábito que deseas incorporar en tu estilo de vida. Es el conjunto de esas pequeñas acciones que, con el tiempo, te traerán los resultados que deseas.
Te propongo que respondas a esa pregunta: ¿De qué sirve hacerlo?
Pero, en lugar de responder como siempre, de decirte que no sirve de nada, piensa a largo plazo y responde pensando en el beneficio final de todos estos granitos de arenas que vas acumulando cada minuto.