En Tus palabras son órdenes vimos la importancia y el impacto de tus pensamientos. ¿No te impresiona cómo un pensamiento, algo que no podemos ver, que nos parece inmaterial, pueda concretizarse en algo físicamente real?
Una vez que comiences a darte cuenta de la importancia de tus pensamientos, vas a querer cambiarlos inmediatamente. Esta reacción es normal. Sin embargo, cuando te diga que tienes entre 60.000 y 70.000 pensamientos cada día, entenderás por qué no es posible cambiarlos todo de una vez.
Como vimos en Los “buenos” y los “malos” pensamientos, es mejor que no los catalogues como buenos o malos, sino más bien pregúntate si son beneficiosos para ti o no. Pregúntate: “si sigo teniendo este pensamiento, ¿qué atraeré a mi vida?” Si la respuesta es positiva, mantenlo y renfórzalo. En cambio, si no te gusta el resultado, en lugar de querer eliminarlo y no volver a pensar en ello, déjalo pasar.
En lugar de luchar en su contra, déjalo fluir. Recuerda que lo que resiste, persiste. Entiende que ese pensamiento forma parte de quién has venido siendo hasta ahora, y que es posible cambiarlo. Déjalo ir y dale cabida a uno más beneficioso para ti.
Luego que ese pensamiento parta, pregúntate: “¿qué voy a creer en esta área, al menos con tanta fuerza, que genere resultados más positivos en mi vida?”