Existen varias situaciones en las que das de más, es decir, das de más de lo que tu misma quisieras dar:
- Das de más cuando das a otra persona lo que no te atreves darte a ti misma. Eso puede ser tiempo, dinero, regalos, palabras bonitas, el perdón.
- Das de más cuando esperas que esa persona te retribuya exactamente de la misma manera y cuando tú lo necesites… y te molesta si no lo hace. Eso no es dar generosamente, sino ser incapaz de actuar como adulto y satisfacer sus propias necesidades.
- Das de más cuando lo haces, no porque te provoca, sino porque crees que es una obligación.
Cuando das de más, le das el control a la otra persona sobre tu vida y tu estado de ánimo.
En esos casos, dejas de ser una adulta y te conviertes en una niña emocional, en una víctima del otro, de sus decisiones, de lo que decide darte o de cómo decide retribuir aquello que le diste.
Esa es una de las peores maneras de manejar tu tiempo.
Tú puedes cambiar y darTE a ti todo aquello que estás esperando que los demás te den.
Tú puedes decidir cuándo es suficiente y cuando decides dejar de ser “generosa” con tu tiempo, con tus esfuerzos, con tu dinero.
Dale a los demás todo lo que quieras darles… pero primero dátelo a ti.