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No trates de hacerlo todo, sino hacer lo importante

Si estás en una espiral en la que, poco importa lo que hagas -mucho o poco-, te parece que nunca fue suficiente y que deberías hacer aún más, es hora de cambiar de trayectoria.

Si este tipo de situaciones se repite día a día, probablemente es porque creas que la cantidad de cosas que haces define el valor que tienes como persona, es decir, si haces mucho crees eres una persona “buena”, “de calidad”, o “mejor” que aquellos que hacen menos.

Otras características de las personas que tratan de hacerlo todo son éstas:

  • Te reclamas constantemente porque pudiste hacer más con tu tiempo.
  • Pocas veces te felicitas por lo que lograste en un día, una semana, un mes o un año. En cambio, te sueles reprochar por aquellos momentos en los que sientes que malgastaste tu tiempo.
  • Esperas que la gente te felicite (o te admire) por lo mucho que haces. Sólo en este momento te permites felicitarte a ti misma. En algunos casos, incluso si otros te dicen lo increíble que es que logres tanto con tu tiempo, tú no te lo crees.
  • Llenas tu agenda de TO DOs interminables.
  • Subestimas constantemente el tiempo que algo te llevará hacer porque, en el fondo, quieres comprimir el tiempo y hacer más y más.
  • Sacrificas calidad por cantidad y satisfacción por producción.
  • El estrés es tu sombra más fiel.
  • Por mucho que hagas y pese a todos tus esfuerzos, tienes la impresión de no avanzar.

El problema cuando tratas de hacerlo todo (no sólo aquellas tareas que otros te piden, sino objetivos que tú misma te trazas constantemente), es que no sólo te darás cuenta que:

(1) poco importa lo que hagas, la apreciación que tienes de ti misma no cambiará, puesto que esta apreciación no la define tu nivel de producción, y

(2) probablemente estés olvidando de hacer bien aquello que vale la pena, es decir, lo que es importante para ti.

¿Qué pasas si haces menos, si dices No a ciertos proyectos y le dedicas tiempo, mucho más tiempo a lo poco que vale la pena?