Lograr concentrarse en una sola cosa, sin dejarse distraer, es un verdadero súper poder, especialmente hoy en día.
Si no son las distracciones externas (tu celular, los correos electrónicos u otras personas que solicitan tu atención constantemente), son tus propios pensamientos que te estimulan a desviar tu atención.
Saber manejar esas distracciones, evitándolas o controlándolas, pero sin sucumbir ante ellas, hasta finalizar lo que empezaste, es una de las mejores habilidades que podrás desarrollar para lograr lo que quieres.
Las distracciones siempre han existido. Antes la culpa se la llevaba la televisión; ahora es el celular. Las distracciones siempre existirán. Mientras tengamos un cerebro, siempre existirá la posibilidad de distraernos. Pero saber controlarlas es nuestra responsabilidad.
Lograr dirigir nuestra atención exclusivamente hacia una sola cosa (eso en lo que estamos trabajando actualmente) dará una fuerza exponencial a tus pensamientos, tus ideas fluirán mucho más rápido y con mayor coherencia, tu creatividad también aumentará. Tu producción, es decir, la cantidad y calidad de lo que haces se irá por las nubes, sin contar con que pasarás menos tiempo haciendo lo que antes tardabas tanto hacer.
Sin embargo, eso tiene un costo, y ese costo es tu capacidad para manejar tu propio cerebro cada vez que una distracción aparezca en tu ambiente o en tu propia cabeza, a decirle que no.
Sin embargo, con el tiempo disminuye y, sin darte cuenta, serás un as en el arte de manejar las distracciones y tu atención. Los resultados serán definitivamente visibles.