Cuando las ganas de dejar de hacer lo que estás haciendo y de distraerte para comer algo, revisar tu teléfono, ver esa serie de Netflix, hablar con alguien más o, simplemente, trabajar en otra cosa, son demasiado grandes, te propongo esta solución:
Dite que aceptas la interrupción, pero sólo dentro de diez minutos.
Si haces esto y continúas trabajando, probablemente tus ganas de distraerte disminuirán o habrán desaparecido en ese tiempo.
La principal causa de la distracción es un sentimiento de incomodidad que buscamos a toda costa eliminar. Puede ser una incomodidad porque nos aburre lo que estamos haciendo, no nos gusta, conseguimos alguna dificultad en nuestro trabajo, no queremos decirle no a una persona que nos interrumpió, etc.
La mejor manera de manejar la incomodidad es sintiéndola, dejándola donde está, sin buscar a toda costa que se vaya. Al decidir trabajar diez minutos más, es muy probable que te des la oportunidad de sentirla, de dejarla tranquilita donde está, mientras tú sigues en tu trabajo.
Ya verás que haciendo esto, al cabo de diez minutos, y sin que tú hayas tenido que luchar contra ella, se “aburra” y se vaya, por lo que tú podrás continuar trabajando como antes.