“Somos lo que pensamos”, han dicho los grandes filósofos del planeta.
Tenemos entre 60.000 y 70.000 pensamientos diarios, así que somos la combinación de todos esos pensamientos que se repiten día tras día. Los pensamientos definen la manera en la que vemos nuestro mundo pero, sobre todo, la manera en la que nos vemos a nosotras mismas. Y, en función de quién creemos que somos, actuaremos.
Si crees que eres alguien productivo, no perderás las horas de tu día haciendo cosas que consideras improductivas, sino que las utilizarás haciendo actividades productivas y buscando maneras de mejorar el uso que haces de tu tiempo.
Si crees que tu trabajo no sirve de nada, te conformarás con hacerlo de manera mediocre y no buscarás la excelencia.
Por ello, por la importancia que tienen nuestros pensamientos en lo que hacemos, en los resultados que obtenemos y en quiénes somos y seremos, te quiero recordar la importancia de escogerlos sabiamente.
No existen pensamientos buenos o malos, positivos o negativos. Los pensamientos son descargas eléctricas en nuestro cerebro. Ellos son neutros. Nuestra manera de interpretarlos es lo que tendrá efecto en nosotras.
Por ello, prefiero hablar de pensamientos productivos, en lugar de pensamientos positivos.
Un pensamiento productivo te ayudará a trabajar en el logro de la vida que tú deseas, un objetivo a la vez.
Algunos ejemplos de pensamientos productivos:
- Yo sí puedo.
- Yo sé utilizar mi tiempo.
- Yo soy disciplinada. Una alternativa es decir “Estoy convirtiéndome en una persona más disciplinada”.
- Primero planifico, luego ejecuto.
- Está bien decir “No”, si eso es lo que deseo.
Comienza a prestar más atención a tus propios pensamientos, especialmente a tus creencias sobre ti misma, a lo que estás segura que eres y que no puedes cambiar, porque esos son los pensamientos más importantes.