Querer hacer más y más no es la solución para ser productiva, ni para ser exitosa, ni feliz. Hacer las cosas más rápido, tampoco.
Cuando te presionas constantemente para producir más en 24 horas, para ir más rápido que los demás, para finalizar tu cada vez más larga lista de cosas por hacer o para cumplir tu agenda híper ambiciosa, lograrás el efecto contrario de lo que estás buscando.
Cuando tu objetivo principal al trabajar es terminarlo rápido, puede que te ahorres algunos minutos, pero lo más probable es que sufras de algunas de estas consecuencias:
- Dejas de disfrutar lo que haces.
- Aumentas el riesgo de cometer errores, especialmente si no te tomas el tiempo de revisar tu trabajo… justamente porque querías terminar rápido.
- Vives con estrés crónico.
- No intentas maneras más creativas o innovadoras de lograr el objetivo.
- No te tomas el tiempo de preguntarte si lo que vas a hacer vale la pena ser hecho.
Por ello, te invito a identificar si ésta es tu tendencia (si llegaste al final de artículo, probablemente es así), a agregar más tiempo en tu agenda a cada actividad que haces, y a tomar la decisión de, por encima de todo, comenzar a disfrutar más de lo que haces, a partir de ahora.