Muchas veces confundimos estrategia con objetivo.
Según la R.A.E., el objetivo es el “punto o zona que se pretende alcanzar u ocupar como resultado de una operación militar” y la estrategia es “arte, traza para dirigir un asunto”.
En otras palabras, el objetivo es lo que se desea lograr y la estrategia es la manera de lograrlo.
Aunque la diferencia entre los dos puede parecer evidente, muchas veces confundimos ambos conceptos y definimos estrategias, pensando que son objetivos.
El objetivo es la dirección final, ese sueño que deseas lograr. Él no debe variar. En cambio, la estrategia sí puede cambiar. Ella debe ser definida y probada, y si no funciona, se cambia y se prueba otra.
Sin embargo, si confundes la estrategia con el objetivo, puede que te enganches con la primera, aunque no funcione o cuando deje de hacerlo -y que eso te haga perder tiempo y energía- o, peor aún, que abandones tu sueño, cuando simplemente debías cambiar de estrategia.
Por ejemplo, si quieres bajar de peso y pruebas una dieta, pero la dieta no funcionó, en lugar de decir que no es posible bajar de peso (porque esa estrategia no fue la adecuada), cambia tu estrategia: prueba otra dieta, haz ejercicios, pide ayuda de un coach, etc.
Lo mismo aplica a cualquier otra área de tu vida, y la gestión del tiempo no es una excepción.
Si quieres comenzar a llegar a la hora a tus citas, identifica qué estrategias puedes utilizar para lograrlo. Si una de ella no funciona (por ejemplo, el poner una alarma 5 minutos antes de salir no hace que realmente salgas a la cita en ese momento), no te desanimes; dite que no tiene nada que ver contigo, sino con la estrategia, y prueba otra y otra, hasta ver cuál funciona para lograr tu objetivo.