Por mucho que lo intentes, no siempre podrás hacer lo que quieres, ni lo que te hace feliz.
Pero siempre podrás ser feliz en lo que haces.
O entusiasta. O motivada. O esperanzada.
Tú decides.
También puedes hacer lo que quieres, y no por eso ser feliz, ni entusiasta, ni motivada, ni esperanzada.
Lo que haces, puede ayudarte a sentirte de cierta manera, pero no es determinante.
Quizás cuando empezaste tu trabajo, te mudaste a otro país, iniciaste una relación con alguien, te sentías feliz. Y, al tiempo, esa felicidad se evaporó para darle paso a otra cosa. Probablemente el trabajo, el país y la otra persona no fue lo que cambió, sino tu percepción de ellas.
Y eso está bien.
A veces eres feliz con lo que tienes y con lo que haces. Y otras veces no.
Luchar contra esto y querer la felicidad a toda costa será tu mayor fuente de sufrimiento.